sábado, 6 de junio de 2015

Hombres lobos



Teorías de su origen

Se ha propuesto una teoría reciente para explicar los episodios de hombres lobo en Europa durante los siglos XVIII y XIX. El cornezuelo, cuya ingestión causa envenenamiento, es un hongo que crece en los lugares donde se cultiva centeno en temporadas húmedas, después de inviernos muy fríos.
El envenenamiento por cornezuelo normalmente afecta pueblos completos o por lo menos las áreas pobres de los pueblos, provocando alucinaciones, histeria colectiva y paranoia, así también como convulsiones y en algunas ocasiones la muerte (el LSD se deriva del cornezuelo). El envenenamiento por consumo de cornezuelo se ha propuesto como causa de los individuos que creían ser un hombre lobo, o de todo un pueblo que creyó haber visto a un hombre lobo.
Como la mayoría de los intentos de usar la ciencia moderna para explicar creencias religiosas y folklore, esta teoría es controvertida e insatisfactoria. Por ejemplo, no explica por qué los brotes de histeria sobre brujería y las leyendas de transformaciones en animales que existen alrededor del mundo, incluyendo en lugares donde no hay cornezuelo del centeno. La histeria y la superstición han existido a través del mundo por toda la historia registrada, y, generalmente hablando, el envenenamiento por consumo de hongos no es la razón de todos estos acontecimientos.
Similarmente, algunos investigadores modernos han intentado utilizar condiciones tales como rabia, hipertricosis (crecimiento excesivo del pelo sobre el cuerpo entero) o porphyria (un desorden enzimático con síntomas que incluyen alucinaciones y paranoia) como explicación para la creencia del hombre lobo, aunque los síntomas de esas dolencias no emparejan completamente con el folclore o la evidencia de los episodios de histeria colectiva.
También existe un raro desorden mental llamado Licantropía clínica, en la que la persona afectada tiene una ilusoria creencia de que él o ella se está transformando en otro animal, aunque no siempre es un lobo o un hombre-lobo.
Otros creen que las leyendas de hombre-lobo nacieron como parte del chamanismo y tótems, animales en las culturas primitivas basadas en la naturaleza. El término «teriantropía» ha sido adoptado para describir un concepto espiritual en el que el individuo cree que él o ella tienen el espíritu o alma, en su totalidad o en parte, de un animal no-humano.
Bíblicamente hablando, no se conocen referencias.

La tribu Guaco

Los Guacos son una tribu antigua de hombres lobo de la América latina Hombre Lobo: El Apocalipsis.
Es una leyenda de una antigua tribu aborigen Garou (nombre dado a los hombres lobo ) eran hemanos de los Fianna, la Camada de Fenris y de los Colmillos Plateados, así como lo eran los Wendigo de los Uktena y de los Croatanos.
Los Guacos Eran una tribu que habitaban cumbres del Ecuador, una tribu no conocida se cree que existieron antes del colonialismo Español su raza tenía el Don de la Inmortalidad, la cual consistía en que la Luna les confirió poderes para transformarse en lobos a cambio de que protejan a la naturaleza.


Muchos países y culturas europeas tienen historias sobre hombres lobo, incluyendo España, Grecia (lycanthropos), Bulgaria (varkolak, vulkodlak), Dinamarca (Varulv), Finlandia (Ihmissusi), Holanda (Weerwolf), Hungría (Farkasember), Indonesia (manusia serígala), Irlanda (Bleidd-ddyn), Islandia (varúlfur), Italia (licantropo), Serbia (vukodlak), Sicilia (Lupu mannaru), Rusia (volkodlak), Polonia (wilkolak), Rumania (vârcolac), Turquía (Kurt Adam), Inglaterra (werewolf), Alemania (Werwolf), Suecia (Varulv), Francia (loup-garou), Galicia (lobishome, lobo de xente), Portugal, Brasil y Paraguay (Luisón o Lobizón, lobisomem), Uruguay, Argentina (Lobizón), Lituania (vilkolakis y vilkatlakis) y Estonia (libahunt).
Según la leyenda, el primer hombre lobo reconocido fue Licaón, rey de Arcadia, Grecia. En la mitología griega, Licaón era un rey sabio y culto y una persona muy religiosa que había sacado a su pueblo de las condiciones salvajes en que vivían originariamente. No obstante, parece que él mismo continuó siendo un salvaje, pues a pesar de todo siguió sacrificando seres humanos en honor a Zeus, e incluso se dijo que asesinaba a todo forastero que llegara a su reino pidiendo hospitalidad.
Al enterarse, el dios Zeus quiso comprobar los rumores y se disfrazó de vagabundo para hacer una visita a Licaón. Este inmediatamente pensó en matar a su visitante, pero se enteró a tiempo de que se trataba de Zeus y lo invitó a participar en un suntuoso banquete. Todo habría salido bien de no ser porque Licaón no pudo resistir la tentación de jugar una horrible broma al rey del Olimpo; ordenó que le sirvieran la carne de un niño (presuntamente un hijo suyo).
Zeus se dio cuenta, por supuesto, y, encolerizado, condeno a Licaón a convertirse en lobo, y a que todos sus descendientes serían también hombres lobo. Hoy se conoce como licaón al perro salvaje africano, un pariente de los lobos.
La historia de Licaón provee uno de los primeros ejemplos de la leyenda del hombre lobo. De acuerdo a la historia de Licaón, este se transformaba en un lobo como resultado de comer carne humana; un testigo que estuvo presente en un sacrificio periódico en el Monte Licaón dijo sufrir un destino similar. Plinio el Viejo, dijo citando a Euanthes (Historia Naturalis viii. 22/34. 81): que un hombre de la familia de Anthus fue seleccionado por Lot y fue llevado a un lago en Arcadia, donde colocó su ropa en un árbol y nadó a través del lago. Esto dio como resultado su transformación en un lobo, y vagó en esta forma durante nueve años. Entonces, si durante este tiempo él no atacaba a ningún ser humano, tendría la libertad de nadar de regreso y volver a su forma original.
Probablemente las dos historias son idénticas, aunque no se haya mencionado del sacrificio de Licaón por los descendientes de Anteo. Heródoto (iv. 105) menciona que la tribu de los Neuri, un pueblo que él ubica al noroeste de Escitia, se transformaban anualmente durante algunos días. Virgilio también estuvo familiarizado con la transformación de seres humanos en lobos (véase Eglogas viii. 98). En la novela Satyricon, escrita por Cayo Petronio cerca del año 60, uno de los personajes recita una historia sobre un hombre que se convierte en lobo.
A partir de ese momento los hombres lobo parecen haberse multiplicado, al llegar la Edad Media, los cuentos de hombres que se transformaban en lobo eran comunes y la gente tenía tanta fe en ellos que ni siquiera se atrevía a salir de noche al bosque. Hay que recordar que en aquellos tiempos los lobos auténticos eran comunes y no era raro que atacaran a las personas. Más tarde los lobos fueron cazados y exterminados en gran parte de su área de distribución, pero el temor a los hombres bestia siguió igual de fuerte que antes.

Según las creencias armenias, hay mujeres que a consecuencia de pecados mortales están condenadas a pasar siete años bajo la forma de un lobo. Un espíritu llega a tales mujeres y les da la piel de lobo. Éste les ordena ponérsela, y tan pronto como lo hacen aparecen marcas de lobo en su mano derecha. Una vez que su naturaleza es conquistada, se come a sus propios hijos, uno por uno, después devora a los hijos de sus parientes de acuerdo a la cercanía genealógica, y finalmente ataca a los niños ajenos a su familia. Pasa a vagar entonces solamente durante la noche, y las cerraduras y puertas se abren en su aproximación. Cuando está cerca la mañana, vuelve a su forma humana y se quita la piel de lobo. En estos casos la transformación es involuntaria. Pero junto a esta creencia sobre metamorfosis involuntaria, se encuentran las creencias de que los seres humanos pueden transmutar en animales a voluntad y después reasumir su forma original.
En particular, Francia parece haber sido infestada con hombres lobo durante el siglo XVI, por lo que fueron numerosos los consecuentes juicios. En algunos casos, por ejemplo, los de la familia de Gandillon en el Jura, el sastre de Chalons y de Roulet, todo ocurriendo en el año 1598, había clara evidencia en contra del acusado de asesinatos y canibalismo, pero ninguno asociado con lobos; en otros casos, como el de Gilles Garnier en Dole, 1573, hubo clara evidencia de existencia de algún lobo, pero ninguna en contra del acusado; en todos los casos, con muy pocas excepciones, había una predisposición del acusado en confesar e incluso en detallar las circunstancias de la metamorfosis, la cual es una de los temas recurrentes de brujería medieval. Aun cuando esta fiebre de licantropía (de ambos, acusadores y sospechosos) llegó a su cenit, se decidió en el caso de Jean Grenier en 1603, en Burdeos, que la licantropía no era más que una ilusión enfermiza. Desde entonces el loup-garou dejó de ser considerado como un herético peligroso, y regresó a su posición pre-cristiana como una simple amenaza «lobo-hombre». Las mujeres-lobo (lubins o lupins) fueron consideradas en Francia, no obstante, como hembras tímidas e inofensivas, en contraste con los temidos loup-garou.
De acuerdo con los obispos Olaus Magnus y Majolus, en las provincias de Prusia, Livonia y Lituania, los hombres lobo del siglo XVI eran más destructivos que los «auténticos lobos», y su heterodoxia surge de la aserción de los obispos católicos de que ellos formaron una «escuela maldita» de aquellos «deseosos de las innovaciones contrarias a la ley divina».
Sin embargo, al principio del siglo XVII en Inglaterra, las personas acusadas de brujería eran aún perseguidas celosamente por James I de Inglaterra, para entonces el lobo ya estaba extinto hace largo tiempo, por lo que este piadoso monarca estaba libre (Demonologie, lib. iii.) de acusar a los werewolfes como víctimas de una ilusión inducidas por una «superabundancia de melancolía natural». Solamente las criaturas pequeñas tales como el gato, las liebres y la comadreja permanecían como vehículos para que el hechicero malo se transformase en ellos.
Los hombres lobo de la dispensación cristiana no eran todos considerados como herejes o viciosamente dispuestos en contra de la humanidad. De acuerdo con Baronius, en el año 617, se presentó un grupo de lobos en un monasterio, y destrozaron a varios frailes quienes mantenían opiniones sobre herejía. Los lobos mandados por Dios despedazaron a los ladrones sacrílegos del ejército de Francesco Maria, duque de Urbino, quien había llegado para saquear el tesoro de la Santa Casa de Loreto. Un lobo vigiló y defendió a San Edmundo Mártir, rey de Inglaterra ante las bestias salvajes. San Odo, Abad de Cluny, asolado por una manada de zorros, fue liberado y escoltado por un lobo (A. de Gubernatis, Zoological Mythology, 1872, vol. ii. p. 145). Gran parte de los hombres-lobo eran personas inocentes y temerosas de Dios, que sufrían a través de embrujos de otros, o simplemente estaban destinados a un destino infeliz, y quienes en forma de lobo se comportaban de una manera admirable, honrando y protegiendo a sus benefactores. El Bisclaveret en el poema William y el Hombre-lobo de Marie de France (c. 1200), el héroe perteneció a esta clase y los numerosos príncipes y princesas, damas y caballeros, quienes aparecieron temporalmente en forma de bestias en los cuentos de hadas alemanes (o Märchen). Véase Blanca Nieves y la Rosa Roja, donde el oso feroz es realmente un príncipe encantado.
De hecho, el poder de transformar a otros en bestias salvajes no sólo fue atribuido a hechiceros malignos, sino también a santos cristianos. Omnes angeli, boni et mali, ex virtute naturali habent potestatem transmutandi corpora nostra (Todos los Ángeles, buenos y malos, tienen el poder de transmutar nuestros cuerpos) fue la sentencia de Santo Tomás de Aquino. San Patricio transformó a Vereticus, un rey de Gales, en un lobo; y San Natalio maldijo a una ilustre familia irlandesa con el resultado de que cada miembro de ella estaba condenado a ser un lobo por siete años. En otras historias la voluntad divina es más directa, en Rusia, se supone que los hombres se convierten en hombres lobo al incurrir en la cólera del diablo.
Ciertas creencias sobre el hombre lobo se basan en acontecimientos documentados. La Bestia de Gévaudan era una criatura que aterrorizó el área general de la provincia de Gévaudan, en el actual Departamento de Lozère, en las Montañas de Margeride al sur de Francia, en el lapso de 1764 a 1767. La bestia fue descrita frecuentemente como un lobo gigante, atacando al ganado y a seres humanos sin distinción. Fue abatida, según los relatos, por Jean Chastel con una bala de plata, de allí el mito de que los hombres lobo solo pueden matarse con este artilugio.


En algunos países y culturas otros animales desempeñan el papel del hombre lobo. Así, en África aún se cree en hombres hiena u hombres leopardo; en India se pensaba que los tigres enemigos de los hombres eran capaces de convertirse en humanos para atraer a estos. Abundan hasta hoy en Latinoamérica las leyendas de los «hombres-tigres», asociados con yaguaretés, jaguares, otorongos o pumas ya que éstas son las fieras más temidas en ese continente. Los dos mitos más importantes son: el runa uturuncu, «indio-tigre» u «hombre-puma» en el quichua del noroeste argentino;2 3 b) el Yaguareté-Abá o «tigre-capiango» de las leyendas guaraníticas del noreste argentino y Paraguay.4 5 Estas leyendas aparecen también en la obra póstuma del poeta Leopoldo Lugones.6 Sin embargo, desde cierto punto de vista no sería apropiado llamar a todos los seres citados anteriormente como licántropos ya que como se puede ver en la etimología de arriba, la palabra licántropo designa a un hombre lobo.
El mito de los hombres lobo parece (o es) originario de Europa, y estaba muy vinculado con otras supersticiones y la magia negra. El mito es esencialmente masculino y, entre las causas de que un ser humano se convirtiera en hombre lobo, las más frecuentes eran las siguientes:
  • Ingerir ciertas plantas vinculadas tradicionalmente con los lobos y la magia negra.
  • Beber en el mismo lugar donde lo hubiera hecho un lobo.
  • Cubrirse con la piel de un lobo.
  • Dormir desnudo a la luz de la luna llena.
  • Usar una prenda hecha de piel de lobo.
  • Adquirir la capacidad de transformarse en lobo mediante magia y sortilegios.
  • Ser mordido por otro hombre lobo (ésta última forma era la más común).
  • Tener relaciones sexuales con un hombre lobo.
  • Nacer después de mellizos o gemelos siendo hijo varón.
En todos los casos la explicación tradicional del mito parece solapar la violación de alguna norma natural o social. Puede, como el más moderno y literario mito de El hombre y la bestia, resumir las tendencias conscientes y sociales del hombre y sus tendencias pulsionales inconscientes, incluso más que pulsionales: instintivas previas a la socialización del sujeto.
Según la tradición, la mayoría de los hombres lobo no se transforman en tales voluntariamente (sólo los magos y los hombres lobos auténticos, es decir, no malditos, pueden hacerlo); son víctimas de una maldición, y sufren enormemente a la hora de su metamorfosis. Lo que es peor, al transformarse pierden completamente la conciencia humana y se vuelven peligrosos, incluso para sus seres queridos. La única manera de librar a un hombre lobo de su maldición es dándole muerte, lo cual no es nada fácil; debe hacerse con un instrumento de plata, ya sea un bastón, un cuchillo o una bala, aunque en algunas zonas de la península Ibérica hay un ritual consistente en cortarle la cabeza y arrancarle el corazón.
Un hombre lobo es un hombre completamente normal la mayor parte del tiempo, y se comporta de manera natural, aunque un poco velludo, y con los sentidos más desarrollados (especialmente el olfato), además de estar en buen estado de salud y forma física.
No es sino durante la noche de Luna Llena cuando se transforma, pues la luz de este astro es la que controla sus transformaciones. Aunque varía según las versiones, el aspecto de un Hombre Lobo transformado puede ir desde un Lobo auténtico aunque más grande de lo normal, hasta un humanoide peludo y con colmillos que va en busca de carne humana.

Transformación en hombre lobo

Las leyendas históricas describen una gran variedad de métodos para convertirse en hombre lobo. Una de las más sencillas es la de desnudarse y usar un cinturón hecho de piel de lobo, probablemente un sustituto de asumir toda la piel del animal que también es frecuentemente descrita para este proceso. En otros casos el cuerpo se frota con savia mágica. Otras maneras también consideradas para lograr la metamorfosis son el beber agua que esté sobre la huella del animal o beber de ciertas fuentes encantadas. 'Olaus Magnus dijo que los hombres lobo de Livonia eran iniciados al beber una copa de cerveza especialmente preparada mientras se repetía una fórmula mágica. Ralston, en sus Canciones sobre la gente rusa da una forma de encantamiento que aún es familiar en Rusia. También se dice que cuando una mujer da luz a seis niñas, nacerá un séptimo varón y será un hombre lobo.
En el folclore gallego, portugués y el de Uruguay, Argentina y Brasil, es el séptimo de los hijos varones. Destaca que esta creencia estuvo tan extendida en Uruguay, Argentina y Paraguay, donde el hombre lobo derivo o se fusionó en la leyenda del ser llamado el lobizón o luisón, en que los séptimos hijos eran abandonados, cedidos en adopción o asesinados. En 1907 el presidente de Argentina hizo el primer padrinazgo oficial, y en 1973 emitió un decreto para legalizar esta costumbre. El Estado ahora les otorga una medalla de oro en su bautismo y una beca escolar hasta la edad de 21 años. Esto logró finalizar con los abandonos de niños, y aún es tradicional que el presidente sea el padrino de los séptimos hijos.
En otros casos la transformación se logra supuestamente mediante agentes satánicos a los que se somete voluntariamente, y eso se hace con los fines más desagradables, en particular por la gratificación del anhelo de la carne humana (la carne humana que el licántropo puede anhelar puede entenderse como tal —es decir, una antropofagia relacionada con casos de psicosis— o, puede entenderse figuradamente como el deseo sexual sin censura alguna). Richard Verstegan escribió:
«Los hombres-lobo, son ciertos hechiceros, que al untar sus cuerpos con un ungüento que ellos elaboran con el instinto del diablo, y lo ponen en cierta faja encantada, no sólo a la vista de otros lucen como Lobos, sino que su propio pensamiento tiene la forma y naturaleza de lobos, tan pronto como estos visten la faja mencionada. Y disponen de sí mismos como Lobos, al mordisquear y matar, en especial a criaturas humanas»
Richard Verstegan Restitution of Decayed Intelligence, 1628
Tales eran los puntos de vista acerca de la licantropía a través de Europa Continental cuando Verstegan escribió: «Los ungüentos y las savias en cuestión pueden contener agentes alucinógenos (en particular los derivados de la belladona)».
Hay teorías que dicen que a los licántropos, cuando no están convertidos en lobos, el pelo de lobo les crece hacia adentro, y cuando es lobo, le crece la piel hacia afuera; así que cuando se transformase, le daría vuelta a su propia piel.
También existen varios métodos para eliminar la forma bestial. El más simple era el acto de desencantar (funcionando en sí mismo o en una víctima), y otro era el retiro del cinturón o piel del animal. Otros métodos de posibles curas son: arrodillarse en un punto durante cien años, ser reprochado por ser un hombre lobo, ser saludado con el signo de la cruz, ser llamado tres veces por el nombre bautismal, ser golpeado tres veces en la nuca con un cuchillo, o al menos derramar tres gotas de sangre. Muchos cuentos folclóricos europeos incluyen lanzar un objeto de hierro sobre o hacia el hombre lobo, para que éste revele su forma humana.
La licantropía es la mitológica habilidad o poder que tiene un ser humano para transformarse en lobo o licántropo. El término viene del griego antiguo lykanthropos (λυκάνθρωπος): λύκος, lýkos ('lobo') + άνθρωπος, ánthrōpos ('hombre'). La palabra también se puede utilizar para referirse al acto de transformación a otro humano lobo.