sábado, 6 de junio de 2015

Tue Tue

La  historia  del  pájaro  tué-tué, atribuible a que el alma de alguna bruja sale de su cuerpo para volar por la oscuridad de la noche, a fin de juntarse con sus congéneres en algún solitario rincón con el propósito de no ser vistos por el resto de los humanos, no es una leyenda y la verdad es que realmente existen.


Asegurándose que son de muy mal augurio y que nadie debe  gastarles  ninguna  broma.    Se  afirma  que  muchas noches,  las  más  frías  y  con  torrenciales  lluvias,  solían reunirse en el alcornoque de la Plaza de Machalí, donde cada uno comentaba sus hechizos y la forma que debían 
curarse o sacarlos del cuerpo de los enfermos. 

Lo  que  más  les  disgusta  a  estos  hechiceros  es  que cuando  van  en  vuelo  gritando  “rué,  tué”,  les  echen  sal mineral al fuego, ya que esta “contra” les hace caer, no dejando de emitir su “tué, tué” hasta cuando el causante de  este  desastre  reza  tres  Ave  María,  sólo  entonces 
pueden  levantar  el  vuelo  para  continuar  su  camino.

Además,  cuando  lo  sienten  gritar  algunos  le  han  dicho: 

“ven  mañana,  te  esperaré  para  servirte  una  rica  once”, pero  al  día  siguiente  a  la  hora  indicada  han  quedado paralogizados al ver la llegada de una persona invitada, transformada en un anciano o viejita, o un joven o dama diciéndoles:  “vengo  a  tomar  once  por  su  invitación  de 
ayer”.

Todos concuerdan que estas personas transformadas en aves   nocturnas   del   mal   agüero,   dejan   sus   cuerpos acostados  en  sus  dormitorios  y  es  la    cabeza  la  que  remonta el vuelo.  Lo importante de estas historias es que algunos  aseguran  haber  visto  sus  cuerpos  decapitados, pero  jamás  han  podido  ver  en  vuelo  a  sus  espíritus  en forma de aves.  Las personas que practican estas súper hechicerías,  viven  en  forma  muy  humilde,  pero  crían gatos o perros negros que les sirven de “contras” para los males  a  que  siempre  están  expuestos  por  otros  brujos más poderosos.